viernes, 22 de febrero de 2013

¡Globo! Tienes que obedecerme y ser bueno.


Un niño solitario encuentra un globo rojo... ¿o quizá es al revés?; y ambos, el niño y el globo mágico, vagan por las calles de París. Una sencilla anécdota es la base de este poético mediometraje sin apenas diálogos, que constituye la cima del talento de un cineasta absoluto pero desconocido.


Quien no haya visto todavía Le Ballon Rouge sentirá que una magia inexpresable le llenará el corazón: la magia de impresionantes secuencias sencillas de la vida cotidiana, casi mudas, que consiguen expresar e irradiar infinitud de sentimientos; la magia de los tonos pastel de una fotografía que transporta al espectador a otra época cargada de romanticismo; o la magia de un film preciosista, sencillo y visualmente delicado, como toda la obra de Albert Lamorisse.

En una de las más bellas secuencias del film aparece el niño protagonista acompañado de su globo rojo y de una melodía xilofónica, que se cruza por una calle del París de los años 50 con una niña que porta un globo azul. Los globos se enredan y se saludan, mientras los niños luchan por liberarlos y proseguir su camino, en una de las secuencias más amorosas que se han visto en la pantalla o, si se prefiere, una encantadora fábula sobre la amistad y la fuerza de la imaginación, donde se desvela todo el talento de este realizador irrepetible y de esta historia sorprendentemente original.

Por momentos extraño mi infancia. Me refiero a la tierna infancia, entre los 3 y 6 años, cuando creía en la existencia de un mundo mágico que siempre me seducía e intrigaba, y que a veces también me asustaba. Un lugar donde todo, hasta las cosas inanimadas, tenían alma, personalidad, sentimientos. Un espacio paralelo, ajeno a la cotidianeidad de los adultos y prescindente de la lógica, de las reglas, de las explicaciones… En esa época, vi El globo rojo, película que acrecentó mi devoción por los globos.

Aquí os dejo algunas de mis imágenes favoritas.



_Un hilo que sujeta un globo rojo, invisible, conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias; el hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca podrá romperse._











La cámara adora los globos, y todo lo que les rodea.


No hay comentarios:

Publicar un comentario